Alarma
Entendí que hay veces que tienes planes mejores que yo, que hay días que soy el último contacto de tu chat, el último nombre en el que pensarías para tomar una cerveza, el primero de los descartes.
En todo este tiempo he entendido tantas cosas de ti que me he dado cuenta que, a fin de cuentas y después de todo, tu vida va a continuar de la misma manera esté o no en ella. Supongo que no aporto nada especial.
Honestamente creo que eres tú quien más pierde en todo esto, porque otros morirían por estar en tu lugar, pero supongo que como se dice "uno no sabe lo que tiene hasta que lo pierde." Poco te queda para ello.
Una no puede estar dando señales de alarma a alguien que ni se digna a mirarla, alguien que todavía no se ha dado cuenta que el amor es cosa de dos. Que no es un compromiso ni un contrato, que no se trata de perder libertad, sino de ganarla con otra persona. Te queda tanto por aprender... Y a mí.
Al final todo estallará y yo acabaré haciéndome la maleta para irme a ese viaje, pero sola. Porque la vida no espera y el tiempo pasa; quien no quiere puede quedarse en el camino, pero llegará tarde.
No esperes de mí nada más que aquello que tú me das, indiferencia con pequeñas dosis, píldoras de cariño. Eso es lo que tú entiendes por amor. Es una verdadera lástima, venía con muchas ganas de quererte, de cuidarte y de enseñarte la de cosas que soy capaz de hacer por amor; ganas de aprender de ti, de contagiarme de ese optimismo que te caracteriza, de ser capaz de hacer las esquinas de la cama como tú. Quería enseñarte a cocinar las pocas recetas que sé hacer, quería recorrer mundo contigo y ser más que la compañera de cama en tus días libres.
Pero no se puede.
No se puede querer a quien no se deja.
Al final, un día de estos, no muy lejano, me habré marchado. Entonces te preguntarás porqué y tardarás otra media vida en encontrar la respuesta.
Dios quiera y esta vez llegues a tiempo y nada de esto se cumpla.