Barco pirata
En puerto ajeno rodeado de aguas cristalinas, en muelle oscuro donde acaba el mar, perdida en isla extendida sobre colinas; zarpa el barco pirata que me salvó del naufragio.
Capitaneado por hombre rudo de ojos café, marcado por las bestias del mar y acariciado por un sol cegador; zarpa el barco pirata que me salvó del naufragio. En mitad de un temporal enloquecido, llegaron mis aguas en calma de la mano de una sonrisa imparable. Rodeada de tiburones y con el agua hasta el cuello llegó el salvavidas de la voz del archipiélago.
Temiendo no regresar jamás a buen puerto apareció la risa fuerte y sonora de aquel que un día me hizo vibrar a kilómetros y con el mar de por medio. Al capitán del barco pirata que me salvó del naufragio con su mirada marcada por las batallas del tiempo, a quien navega por la vida al mismo tiempo que surca los mares de aquel archipiélago de volcanes callados por el tiempo. Al que comparte conmigo horas de su nocturnidad siempre con sesenta minutos de diferencia entre su vida y la mía, a aquel que vive acompañado del titán más fuerte que existe. A ti, sí, a ti. Capitán de un barco pirata en el que muero por viajar de nuevo en una realidad mucho más clara. Gracias desde una península cuyo mar no brilla como lo hacen mis ojos al verte y cuyos pájaros y gaviotas no vuelan tan alto como lo hago yo cada vez que escucho tu voz.
Gracias desde un mediterráneo cuyas playas no son tan puras ni sanadoras como lo son tus palabras en mis días de tempestad y revuelo. Gracias desde un dialecto diferente al tuyo y que jamás se asemejará al "mi niña" salido de tus labios. Gracias e infinitas gracias con esa diferencia de minutos y con ese mar como línea divisoria que separa nuestros pedazos de tierra.
Que la locura que me invade hoy sea el deseo y la suerte de un mañana en el que poder navegar contigo y en ti, sentir más cerca la brisa del mar y admirar los delfines desde una perspectiva y resolución mucho mejor que la de una cámara.
Que tu barco pirata y el mío sean uno algún día.