Bienvenue
Antes que nada, perdona si huele un poco a cerrado, hace tiempo que nadie se aloja aquí, y mucho menos con la idea de quedarse. Abre todas las ventanas y puertas, ponte cómodo porque voy a hacer que no quieras mudarte más. Que quieras llenar las paredes de rojo pasión y que se nos suba la temperatura corporal. Que quieras aprender a hacer la cama para deshacerla después conmigo.
No sé si desayunas café o leche con cola cao, pero en ambos casos te aviso que no me gusta el café solo, soy más de café acompañado y con una cucharada de besos por la espalda. Te advierto que soy de dormir en la izquierda y de sentarme en la parte derecha del sofá. Si vas a pisar mi territorio que sea para hacerme polvo y luego soplarme. No vale quedarse sin polvo de despedida y sin beso de buenos días. Es obligatorio dormir sobre mis vértebras y desestabilizar mi sistema nervioso. Queda totalmente prohibido no abrazarme por la espalda los viernes de madrugada y morderme el cuello los domingos por la tarde. Y antes de que te termines de acomodar en el sofá de mi casa, esa llamada corazón, me gustaría decirte un par de cosas.
Me gustaría decirte tantas cosas que cada vez que me pongo a escribir me quedo en intentos de todo lo que hay en mi cabeza.
Me gustaría decirte todo lo que te quiero y los porqués, pero no los conozco ni yo. Te podría decir también la cantidad de lunares que hay puestos sobre tu espalda y las mil maneras que tienes de sacarme de mis casillas. Me gustaría poder mirarte con indiferencia y sonreírte como a un desconocido, pero eso significaría que no eres nadie. Y resulta que eres todo.
Me gustaría decirte que de todas las tentaciones del mundo me quedo con el lunar de tu cuello. Que de todos los ambientadores para hogar me quedo con tu colonia.
Me gustaría decirte tantas cosas. Pero de todas ellas, prefiero decirte una que las engloba todas. Preparáte con chaleco antibalas porque va directa al corazón como una bala del calibre 32. No vale asustarse, has de ser valiente.
¿Preparado?
Ahí va.
Te quiero.