Como gol en el 90'

Desde que nuestros caminos se cruzaron siento que el abismo que había en mí ha ido encogiendo con el tiempo. Tengo la sensación de que la tormenta ha amainado y que todo lo que el vendaval arrasó a su paso, ha ido reconstruyéndose poco a poco. Y por primera vez en mucho tiempo, la felicidad viene dada de la mano de tu paz.

En aquel camino que parecía no tener fin, ahora existen bifurcaciones y todas y cada una de ellas me llevan a ti. Y es que a veces el hogar no está entre cuatro paredes y dos ventanas; sino en una sonrisa y en unos brazos de quien menos imaginas.

Hay quien es capaz de curarte las heridas con solo mirarte y sin necesidad de tiritas. Hay quien arma tu vida de nuevo con la maestría que solo unos pocos afortunados poseen. Como esa magia que hay en las manos de quien te toca y te hace revivir de nuevo.

Hay quien te abraza y ahuyenta todos tus males de un pistoletazo; y quien sube las cuestas contigo aunque le falte medio pulmón. Hay personas que son como los deseos de cumpleaños, esos que tienes de pequeño y que guardas hasta que llegue el momento de soplar las velas. Aquellos que visualizas con los ojos cerrados y cruzando los dedos. Hay incluso personas que llevan tréboles de cuatro hojas reflejados en la mirada y son suerte sin que ellos mismos lo sepan.

Todas y cada una de esas personas eres tú; y te transformas durante el día y acorde a mis necesidades. Apareces cuando menos lo espero y cuando más lo necesito para dar luz a una habitación que ha quedado completamente oscuras.

Ese jodido salvavidas en mitad del océano; o como alguien dijo una vez: como gol en el 90.