El triunfo

Triunfar pese al temporal, a las caídas y a las malas decisiones. Aprender de cada resbalón, tropiezo o cada charco que pisas. Secarse y seguir hacia delante. 

El triunfo representa el trabajo bien hecho, es el resultado de esa fórmula matemática que suma los conocimientos y las experiencias y que los multiplica con la actitud. Es el conjunto de tus días malos con todo lo que conlleva. Es subirse a trenes a toda velocidad, tomar riesgos; hablar en presente y en futuro sin olvidar el pasado. 

Pisar fuerte y no dudar de uno mismo, soñar agarrado a la realidad por mi cruda que sea. Pero sobre todo, no desfallecer.
A sabiendas de que el camino es complicado, hablando en plata, una mierda. Embarrado hasta el cuello porque solo ves fango, pero aun así, continuar hacia delante. 

Que esa dura y empinada montaña no te impida ver las vistas maravillosas, respirar aire puro al llegar a la cima y disfrutar del paisaje. Pero sin duda alguna, saborear ese triunfo que huele a gloria y que sabe a satisfacción. La de haberlo logrado. 

Mirar a bajo y pensar: Joder, estoy molido, pero he llegado.